“Deira dajɨ”. Con estas palabras daba la bienvenida Duglas Ríos, en su lengua originaria (el maijikɨ) a una delegación de autoridades de los sectores políticos, culturales y turísticos de la ciudad de Iquitos que inauguraron el pasado junio el Centro de Interpretación Maijuna (CIM) en la comunidad de Sucusari (Loreto, Perú), en la quebrada del mismo nombre, afluente del río Napo. 

Duglas es el apu de una de las cuatro comunidades maijuna, de la que no quedan más de 500 representantes en Perú repartidos entre cuatro comunidades. En el siglo XVIII se establecieron en los aledaños del Napo. Proceden de los pueblos de la familia lingüística Tucano originaria de Colombia cuya presencia también es posible encontrar en Ecuador y Brasil. 

El primer ambiente del CIM muestra de forma destacada las fotografías de Luis y Anacleto, los últimos nativos de esta etnia que llevaban la “gajotika”, el disco de madera de topa que adornaba los lóbulos de sus orejas. Luis falleció en 1984. La “gajotika” servía tanto para marcar la condición de adultos en los hombres como para manifestar su culto a la luna. 

Foto: Juanjo Fernández

Grapulio Tamayo Mera, una de las autoridades comunales de otra de las comunidades que habitan en el Área de Conservación Regional (ACR) Maijuna-Kichwa, explica como la costumbre de expansión de los lóbulos cayó en el olvido, al igual que usar cerbatanas (pucunas) para la cacería, la alfarería tradicional, la confección de hilos de algodón, la construcción tradicional de malocas, entre otras en la historia reciente. El CIM dispone de otros tres ambientes donde se puede hacer un recorrido dinámico e interactivo por la historia, tradiciones ancestrales y cosmovisión del pueblo maijuna, todo ello con el guiado de orientadores turísticos de la comunidad, lo cual lo convierte en un innovador recurso comunitario turístico-cultural para Loreto.  

El CIM es parte de un proceso que comienza en 2004 con las primaras reuniones entre las cuatro comunidades, Sucusari, Puerto Huaman, Nueva Vida y San Pablo de Totolla. En 2006 se obtuvo su reconocimiento como Federación de Comunidades Nativas Maijuna (FECONOMAI) que impulsó la propuesta de creación del Área de Conservación Regional (ACR) Maijuna-Kichwa al año siguiente. En 2013, tras conseguir el primer proceso de consulta previa realizado a los pueblos indígenas en el Perú, quedo constituida. Los maijunas consideraron que la creación del ACR era por un lado la forma de proteger sus recursos naturales del avance de los madereros, la construcción de una carretera y por otra una posibilidad de desarrollo basado en actividades de eco turismo entre otras. 

La capacidad de preservar la cultura maijuna, el medioambiente y mejorar la organización de la comunidad que proporcionan el ACR y el CIM no sólo es cuestión de agradar a los foráneos, también es recuperar su propio saber cómo pueblo. La danza de la huangana es un buen ejemplo de ello. Se celebraba coincidiendo con la recolección de la yuca verde y representa una escena en la que un grupo de cazadores atrapan un joven huangana y toda la comunidad lucha por liberarlo. Su práctica se había abandonado y ahora, junto a la construcción del CIM y la toma de consciencia que ha supuesto, la danza se ha ido reconstruyendo a partir de la memoria de los mayores.

Foto: Juanjo Fernández

En este proceso han encontrado buenos aliados. Uno de los principales impulsores de sus propuestas es Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), que desde 1997 viene apoyando la creación de millones de hectáreas de áreas protegidas en los trópicos. NCI se comprometió desde el inicio a apoyar al pueblo maijuna, fortaleciendo sus capacidades para organizarse y gestionar sus principales necesidades a través de mecanismos de conservación y puesta en valor de su cultura ancestral. Además, facilitó el acercamiento de sus representantes a las autoridades y funcionarios de sectores competentes, lo cual fue clave para el reconocimiento de sus derechos.

José Álvarez Alonso, director nacional de Estrategia y Sostenibilidad en Perú, español de nacimiento y peruano de adopción, ha sido rebautizado por los maijunas como Maae, el pájaro que habla mucho. Y lo hace, pero no de manera discursiva, él habla con el conocimiento que le proporcionan los más de treinta años en Perú, la mayor parte de ellos trabajando con comunidades, y por ello lo hace también desde el conocimiento y la pasión. Conoce bien las potencialidades, necesidades e idiosincrasia de los pueblos bosquesinos, como el maijuna. La cultura bosquesina no es acumulativa ni extractiva, sino un cúmulo de relaciones duraderas de reciprocidad y colaboración con el entorno, sensibles a los cambios y a las injerencias externas. Desde la perspectiva suya, el camino es impulsar actividades económicas que encajen con dicha manera de entender su mundo.

Esta es la razón por la que junto al apoyo a las actividades de ecoturismo vinculadas al CIM, Naturaleza y Cultura está trabajando con los maijunas en proyectos como el del manejo sostenible y aprovechamiento de fibra proveniente de la palmera conocida como chambira, con la cual se pueden hacer diversos tipos de artesanía y otros objetos, tanto para la vida cotidiana como para la venta, estando en un punto de profesionalización e introduciendo el producto en mercados nacionales e internacionales que permiten la diversificación económica en la zona.

Foto: Juanjo Fernández

Alcanzar Sucusari no es sencillo. No es tanto la distancia como la falta de un transporte regular que permita llegar desde Iquitos. Para hacerlo hay que coordinar previamente con los propios pobladores a través de radio ya que no llega ninguna señal de teléfono, y el tiempo de viaje desde Iquitos puede ser entre tres y cinco horas por lo que quedarse a pasar la noche en la comunidad es una buena opción que además enriquecerá la visita. La comunidad es acogedora y ofrece la posibilidad de participar en actividades cotidianas tales como la recogida de la chambira, la pesca tradicional y conocer más sobre la recogida del aguaje, un fruto procedente de la palmera que gracias a su riqueza en filoestrógenos, vitaminas y minerales promete ser un recurso con proyección internacional.

José Álvarez sueña con la recuperación total del equilibro entre especies en la reserva y que de nuevo se pueda ver la huangana (tayasu pecari) por los aledaños Sucusari gracias al ACR y sus zonas destinadas a la recuperación de especies, santuarios en los que nadie entra. Junto con él, Ana María González, coordinadora de los programas de NCI en Loreto y San Martín, espera que estas actividades sirvan para que las nuevas generaciones tengan la oportunidad de encontrar su futuro en sus tierras ancestrales, orgullosos de su cultura originaria.

(Foto abridora: Los pobladores de Sucusari representan la "Danza de la Huangana" recuperada de la memoria de los mayores)


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